Opinión 17 de marzo de 2016
El autor del artículo, Francisco Miguel Mostazo Álava, asegura, de manera irónica, no creerse la noticia
de la jubilación del gerente de la EMS, Juan José Jurado, impuesto por
el PP, una noticia que llevaban esperando hace años.
¡Ocurrió! ¡Por fin!
Ha sucedido lo que parecía que nunca iba a pasar. ¡Aleluya!
Me enteré casi de casualidad y tuve que verificar la buena noticia
por varias vías porque no daba crédito. Al principio me parecía una
broma feliz (demasiado maravilloso para ser cierto) o de pésimo gusto,
según se mire (“anda, ya”, decía; “eso es imposible”), una falsa
esperanza (con esas cosas no se juega) o, a lo menos, una noticia
errónea, pendiente de ser corroborada.
Y es lo que hice, corroborarla. Es que es difícil de creer, oigan,
pero al final todo llega, y el mundo parece ponerse de acuerdo consigo
mismo; a saber: *el director técnico de la EMS, Juan José Jurado Rogel,*
más conocido como “el chino”…*¡¡¡SE JUBILA!!!*
Sí, sí, como lo oyen: *¡¡¡SE JUBILA!!! *¡Por fin! Todavía me cuesta
asimilarlo porque parecía que esto nunca iba a pasar, de verdad. Es que
este personaje, ¿cómo les diría?, era el florero vitalicio de la EMS,
una especie de jarrón chino (nunca mejor dicho) sin mucho valor que no
se sabe para qué está ahí (sí “porqué”: porque le “blindaron” en el
cargo) pero estorba en todas partes. ¡Por fin! Es que me sigue costando
creerlo. Parece mentira, de veras. Disculpen mi desconcierto.
Con la cantidad de años que llevábamos esperando este momento, tantos
como ha estado el tío jod… la marrana. Ibas a las oficinas, a las
instalaciones deportivas, etc. y no podías dejar de verlo, incluso de
olerlo, como un retrato en blanco y negro del pasado, una bota marcial e
impuesta, un lugar obligado de paso, pero ocupando sitio, estorbando,
en medio como el jueves,…en definitiva, no haciendo, sino deshaciendo:
deshaciendo familias por despidos injustos de trabajadores pobres,
deshaciendo ilusiones de muchos empleados de la EMS, que se veían
envueltos en una atmósfera cada vez más rancia e irrespirable,
deshaciendo el ambiente bonito y cordial que existía en la empresa en
otras épocas…
Es que ha sido el gerente o ex-gerente o ex-lo que sea más porc…que
ha habido con diferencia en la historia de la EMS, y ya estábamos
hartos, muy hartos, hasta los mismísimos. De su presencia, de su
inoperancia real y de sus abusos.
De verdad, casi tengo que decidir cómo sentirme, como cuando un
pueblo derroca una dictadura, o algo así. Que alguien de los que me lean
se haga cargo pero, por sintetizarlo mucho e ir a lo positivo, diré que
me siento “esperanzado”. Sí esa es la palabra: esperanzado de que la
EMS aproveche esta oportunidad de salir de las tinieblas después de
tanto tiempo, esperanzado de que vuelva a brillar el sol y la aves (no
la del PP, otras) vuelen de nuevo con libertad en el entorno de la
empresa, esperanzado de que se vuelva a respirar aire fresco en la
misma, que los trabajadores no vivan bajo una permanente ley del miedo y
llegue la liberación en muchos aspectos.
Tengo derecho a tener esta esperanza y es un derecho que me he ganado
a pulso, como otros compañeros, por haber sido vejado y denigrado por
este individuo y sus secuaces en su día, algunos de los cuales siguen
dentro, oportunistas que van al sol (político) que más calienta. Pero
seguro que si sale un nuevo gerente, director técnico (si lo hay) o lo
que sea, cambian de orientación según qué palo pinte de la baraja.
En fin, no me voy a extender más y si alguien se sorprende de mis
palabras le remito a mis artículos y cartas anteriores. Estamos de
enhorabuena, de fiesta. ¡Esto hay que celebrarlo! Me despido con una
bonita palabra, quizá uno de los pocos verbos en castellano que puede
sonar precioso en modo imperativo, dirigida a la ciudadanía tricantina
en general y a los empleados de la EMS en particular: ¡RESPIRAD! De
verdad. Ahora que podéis, aprovechad,…¡RESPIRAD! Creo que la palabra lo
dice todo. A buen entendedor…El mundo es ahora un lugar mejor, creedme.
Y a ti, Juanjo, te diré lo que me espetaste tantas veces de modo
cínico y denigrante en las oficinas de la EMS, después de haber regalado
el oído a quien no debías en vez de haberme escuchado de verdad a mí:
¡VE CON DIOS! (¿o quizá con el diablo?). Y unos versos finales que me
enseñó hace tiempo un respetable anciano campesino, que no es de los
tuyos, seguro:
“Anda con Dios, burra cana.
Me costaste treinta reales
y a la ‘primer’ carga de agua
los cántaros me quebraste”.
Pues eso, con Dios, majo, que ya has dado bastante la murga.