Tres Cantos

lunes, 30 de junio de 2014

#HUELGA NO ES DELITO


Ante la ofensiva penal del gobierno contra los sindicalistas participantes de las huelgas, impulsando  a la Fiscalía del Estado  para que solicite penas de cárcel a compañeros participantes de la difusión de las huelgas y piquetes informativos, CC.OO. ha convocado, una CONCENTRACIÓN EL MARTES, 1 DE JULIO A LAS 10 H. EN LA PLAZA DE CALLAO (MADRID).

Así hasta cerca de 50 procedimientos a más de 150 sindicalistas y trabajadores, promovidos por la Administración del Estado y el Ministerio Fiscal, sólo de CC.OO., a los que hay que añadir sindicalistas del resto de organizaciones  y demás trabajadores imputados por el delito de ejercer el derecho a la huelga.

Se trata de una restricción ilegítima de los derechos democráticos y de una nueva vuelta de tuerca en la cruzada que ha emprendido el Gobierno contra las organizaciones sindicales. 

No cabe duda de que se pretende amedrentar al activo sindical a la hora de desarrollar un derecho fundamental como es el de la huelga. También es evidente que no lo conseguirán, ya que la huelga no es más que la expresión del conflicto latente en las relaciones económicas y laborales. Aplicar políticas que deterioran la posición de las y los trabajadores tanto en el campo laboral como en el social, es agudizar ese conflicto, y el sindicato no es más que una herramienta de organización del mundo del trabajo.

Se está instalando en las élites dirigentes, tanto políticas como económicas, un neo-autoritarismo que pretende coartar el ejercicio de derechos fundamentales. El modelo social  consistía entre otras cosas en un compromiso compartido y “constitucionalizado” para que el poder público se responsabilizara de una serie de necesidades de las personas a lo largo de la vida: la salud, la educación, el derecho laboral, determinadas contingencias que surgen a lo largo de la trayectoria laboral, la jubilación, las situaciones de dependencia… Además de forma paulatina conseguimos que estas necesidades cubiertas fueran exigibles al poder público. Es decir, que fueran derechos.

En un momento en el que se considera ese modelo social como un lastre para el desarrollo económico y en el que hay una ofensiva ideológica para desmontarlo, se pretende romper la posibilidad de exigencia de esos derechos. Por tanto se trata de relativizar garantías, posibilidades de exigencia de derechos y, muy importante, deteriorar o laminar el papel de las organizaciones que están en la base de muchos de esos derechos.

No es sólo la huelga. Son las tasas judiciales para evitar el recurso ciudadano a la reparación de la justicia. Es el deterioro de la imagen de lo público intentando relacionarlo con la ineficacia. Y por supuesto, es debilitar la capacidad de actuación de los sindicatos. Criminalizar el ejercicio del derecho de huelga no es un verso libre en todo este movimiento.

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