QUE SE VAYAN

Sí se puede y, de hecho, se debe: Mariano Rajoy, como el resto de su equipo de Gobierno, pretende obviar un entramado de corrupción que se extiende por toda la historia de las últimas décadas del Partido Popular y en el que los datos oficiales y los conocidos tras el “tirón de manta” de Bárcenas se mezclan dando las pinceladas de un cuadro bastante esclarecedor.

Es fundamental que el Presidente comparezca -y esta vez no nos vale a través de un televisor de plasma-, y que cese en su estrategia (si es que puede denominarse así) de no mencionar a Bárcenas o despachar a los periodistas con un “todo es mentira”. Tampoco nos valen ruedas de prensa precocinadas con respuestas leídas.

El eficiente tesorero, tantas veces defendido por todos ellos -incluso cuando ya se le investigaba judicialmente-, hoy es un delincuente no tan fiel como el Partido declaraba solemnemente.

¿Podemos seguir tolerando que nuestro país sea gestionado por gente, ya no digamos servil a la troika o incompetente, sino profundamente torpe de ser cierta esa explicación? Porque no lo olvidemos, su propósito sí lo están cumpliendo (es de lo poco que parece que se hace realidad): Rajoy y sus ministros tenían la meta de aplicar las recetas de Bruselas implacablemente y desmantelar lo que quedaba de nuestro maltrecho Estado de Bienestar, acogiéndose a los mantras y dogmas neoliberales y al “me lo manda Europa”.

No se puede consentir que se instale el reinado de la mediocridad, por mucha troika que lo imponga. Al final, incluso sus más fervientes defensores, caerán en una precariedad absoluta como no variemos el rumbo. Cada historia de dolor y desesperación es sólo una más entre las que ya se cuentan por miles y son anónimas: no es un problema circunstancial, estamos ante un problema sistematizado que encima se reviste de una corrupción cuyo hedor es repugnante para el olfato de cualquier ideología.

Llegados a este punto, debemos exigir que se vayan todos. España es un país que padece una patología terminal y ante eso solo cabe cirugía radical y urgente. De todos nosotros depende aplicar ese cambio de rumbo, y por ello, animamos a todos a participar de las protestas.